lunes, 31 de enero de 2011

Cuento: Pedro y el Zombie

Cuando era niño vio una película de zombies que lo traumó, y, como no pudo quedarse solito con su trauma, lo comenzó a compartir.

Primero, inocentemente con su mamá. Se hacía pasar por muerto viviente y mientras le agarraba la cabeza  decía con la voz más lúgubre que podía: "Brains".

Aparte de fastidioso, algunas veces llegó a morder de deveras.

Ya grandecito gustaba de aterrorizar a su esposa, que curiosamente no soportaba a los zombies ni platicaditos. Por eso el juego paraba cuando él la hacía llorar o ella estaba a punto de darle un sartenazo (misógino sí, pero no pendejo).

Así fue que, cuando al llegar el Holocausto Zombie a tierras aztecas, el marido se infectó y al llegar a su casa su esposa ya no le creía. Él quería comerse sus sesos y ella quería que la dejara lavar en paz los trastes. Y por eso ella finalmente le puso la sarten de sombrero al ver que no se detenía en su juego, que tanto la fastidiaba...

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